Los grufos

El libro “Los grufos” plantea los problemas actuales de la sociedad de hoy en día. El tema de la obra, el racismo, está enfocado de una manera humorística sin que esto signifique que no mencione lo importante y los problemas relacionados con el tema. El conflicto entre María y su padre no es solo un choque entre dos personas, dos generaciones, sino es algo que se puede ver detrás de las risas o los sueños de María con los imágenes de los señores Gual o los vecinos comiendo el papel del váter usado; se trata de los dos puntos de vista sobre el mundo: así como es y así como uno lo ve, lo objetivo en una batalla con lo subjetivo.

La idea del autor de sacar a la luz el problema grave del racismo a través de las opiniones del señor Gual y de su hija demuestra que en muchos casos la falta de experiencia, la conciencia infantil, la curiosidad y la cualidad de poder pensar desde dos puntos de vista y ser tolerante que tienen los niños es la clave para un mundo mejor. Analizar y poner bajo sospecha las cosas que te dicen pero no te explican es la manera de obtener una respuesta.

El libro comienza con el padre refunfuñando de los nuevos vecinos que se han instalado en el barrio. Su disgusto no está explicado hasta el final, es decir no hay una razón por la que él tiene que aborrecer a los grufos tanto hasta el punto de tener que llegar a poner ratas entre las verduras para echarlos del barrio. Como muchas veces pasa en la vida, todos aquellos que son distintos, no importa si lo diferente es en “la pinta que tienen” o en la manera de pensar y ver el mundo – lo diferente es loco, malo, asqueroso, nos da miedo, no podemos controlarlo y es mejor sacarlo de nuestra vida.

Esto es lo que hace el señor Gual. Los nuevos le dan miedo y él hace lo imposible para no tenerlos cerca. Lo peor es que intenta prohibir a María tener contacto con ellos y le dice todas las cosas malas que uno puede imaginarse para que ella no tenga ni la mínima gana de acercarse a ellos.

Por su parte la niña pone bajo sospecha todo lo que le han dicho. Ella, a diferencia de su papá está dispuesta a observar y aceptar lo diferente en vez de renunciar a ello. Así en el primer capítulo ella coge los prismáticos para averiguar si los grufos son en realidad tan malos como lo afirman los padres. En los siguientes capítulos la niña sigue buscando respuesta a la pregunta ¿Qué es lo que hace los grufos diferentes?, y teniendo en cuenta su pinta que es normal y el hecho de que son gente como ellos, su mente empieza a crear una falsa realidad: desde caníbales o gente primitiva que corre tras gallinas en su piso hasta personas que comen el papel higiénico. Esta imagen que ha creado con el fin de saber la verdad de los grufos la deprime y entristece. María pasa por el camino desde la sospecha y la curiosidad por la tristeza hasta la felicidad de tener como amigo a Muti sabiendo que los extranjeros no son malos, son como todos nosotros.

La idea de los grufos que María tiene y las situaciones en que ella está imaginando a los vecinos son una metáfora que presenta la opinión de la gente de las personas diferentes, es decir si los otros no son como nosotros o si piensan de otra manera será por algo. Desde este punto de vista empezamos a sacar falsas conclusiones y afirmar cosas estúpidas.

El sueño con los señores Gual ilustra la idea del autor de la esencia del problema que sirve de base para el libro, el racismo. Este tema es muy actual hoy en día y sobre todo en Bulgaria donde hay una división en búlgaros y gitanos. Los búlgaros no podemos dejar los prejuicios sobre el color de la piel, las costumbres o la inteligencia de los gitanos y sobre todo de la opinión que ellos viven a costa ajena. Es verdad que en cada rebaño hay una oveja descarriada pero también es cierto que no todos son iguales. Hasta que no dejemos de ser encadenados por nuestros propios prejuicios, no viviremos en un país normal.

Si hubiera un mundo en que toda la gente fuese igual, no habría quién decir “no” si todos dijeran “sí”, no habría quién escuchara música a tope si nadie escuchara música, no habría quién diría “te quiero” si todos dijeran “que se calle esta niña”. Si todos fuéramos iguales el mundo no sería así como es – puedes imaginarte salir a la calle y en vez de ver gente baja y alta, fea y guapa, sonriente y murmurando, ves todos iguales como procedentes de una matriz. Tenemos que aprender a aceptar la gente, el mundo así como es y ver no solo en blanco o negro, sino gris y si hace falta decir: “no me gustaría que todo el mundo fuera como tú” porque lo bonito surge de la variedad

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