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Los jóvenes uruguayos muestran trayectorias de emancipación diferentes. Una, extremadamente tardía y con muy baja fecundidad, propia de los sectores medios y altos, y otra, caracterizada por un abandono temprano de los estudios, maternidad adolescente y mayores tasas de fecundidad, propia de los sectores menos pudientes. Más del 80% de los nuevos hogares que se forman con jóvenes entre 20 y 28 años son conformados por personas con menos de 9 años de educación formal.

Un estudio reciente realizado en Chile sostiene que los jóvenes perciben que las relaciones familiares atraviesan por dificultades y sienten que eso les afecta negativamente. Atribuyen los problemas a las actitudes de los padres: autoritarismo, desconfianza, descuido y falta de expresión afectiva son las quejas más reiteradas de los hijos respecto de sus ambientes e historias familiares.

Un estudio realizado en la Ciudad de México y en Monterrey señala, en comparacion con estudios anteriores, que las mujeres tendrían un mayor poder de decisión sobre asuntos reproductivos (usar anti-conceptivos, ir a las clinicas) que en otros ámbitos de la vida familiar. En la division del trabaio doméstico por sexo, se aprecian pocos cambios; persistirían distintos tipos de violencia doméstica así como la fuerte tendencia de los hombres a restringir la libertad de las muieres para realizar diversas actividades. Un porcentaie significativo de mujeres debe pedir permiso para trabajar, pertenecer a asociaciones o visitar a amigas y parientes, y siguen existiendo áreas en que la decisión es exclusivamente masculina, como la compra de bienes y el lugar en que se vive.

En Argentina, un estudio que analiza dos generaciones de familias concluye que la division del trabajo se alejó del modelo tradicional de roles segregados para seguir uno transicional. Los varones han incrementado su participación en el cuidado de los niños mucho más que en la atencion de la casa, que sigue definida como femenina. Las mujeres no han disminuido su elevada participación en la domesticidad y la maternidad y además han invadido actividades del hogar tradicionalmente masculinas.

En España, hace tan solo una década, ser soltero era sinónimo de fracaso a partir de los 25 años, especialmente en el caso de las mujeres. Ser soltero es ahora una opción y no una imposición. Los más de cinco millones de españoles de entre 25 y 49 años que no están casados, segun el Instituto Nacional de Estadística, se han convertido en un fuerte grupo económico que es, sobre todo, consumidor del mercado de lujo y, por lo tanto, de gran interés para las empresas. Según los sociólogos, su aumento, paralelo al crecimiento de los hogares unipersonales, es indicador de la buena marcha económica del país, porque muestra el nivel de independencia económica y emocional de las personas.